Las trayectorias interpretativas se recuerdan por los grandes personajes, aquellos que trascienden por su carisma o porque sus propósitos favorecen la identificación del público.
El boxeador Rocky Balboa se convirtió en un icono al representar el espíritu de superación de un hombre ante su oportunidad a la vez que la historia subrayaba que la consecución de los sueños exige resistir ante los puñetazos de la vida. Resulta significativo que Sylvester Stallone haya alcanzado el reconocimiento del que se alejó con su carrera de héroe de acción (en lo que se refiere a consideraciones artísticas) gracias al perfil de luchador con el que sorprendió en 1976. El actor dedicó su galardón en los Globos de Oro al amigo que siempre le acompañará en el imaginario colectivo vinculado a la fama, un papel recuperado ahora en Creed una década después de su emotiva despedida del ‘ring’ cinematográfico. Las secuelas, con la excepción de la última entrega, perdieron autenticidad conforme caían en la redundancia y en la locura argumental de los años 80 y 90 pero mantuvieron el interés en torno a un peso pesado al que Stallone siempre trató con cariño. El paso del tiempo ha envuelto a Balboa en un aura de nostalgia que invita a repasar su evolución en la pantalla.
En Rocky (John G. Avildsen, 1976), el protagonista deambula por las calles de Philadelphia resignado por una realidad marcada por los combates en clubes decadentes y por un trabajo como recaudador de un prestamista. Su consejo, efectivo aunque simple en su formulación, a una chica del barrio con malas compañías evidencia que su experiencia implica dolor, dimensión dramática que se refleja en los reproches a Mickey cuando, tras años de olvido, el anciano (después su querido maestro) se ofrece a entrenarlo una vez se conoce la propuesta de combate del millonario Apollo Creed.
Hasta que acepta el reto de su oponente y comienza la fase de preparación, resumida al ritmo de la mítica música compuesta por Bill Conti, a Rocky solo le anima ver a Adrian, la tímida dependienta de una tienda de mascotas. Ambos conectan en una cita en la pista de patinaje, donde ante la pregunta de su fijación por el boxeo él responde que lo hace porque no sabe cantar ni bailar. La relación contribuye a llenar sus respectivos vacíos emocionales hasta que la intensidad del vínculo se traduce en amor con el grito y el abrazo de la resolución. El potro italiano pierde a los puntos con Creed, si bien logra su particular ‘sueño americano’ al aguantar todos los asaltos y sentirse pleno por primera vez en su vida.
Rocky II (Stallone, 1979) muestra que la boda y el dinero han traído la felicidad al personaje, una etapa efímera por el despilfarro y su falta de soltura como estrella publicitaria, situación que provoca problemas económicos que le llevan a buscar trabajo con el agravante de su baja cualificación. La solución está en regresar al cuadrilátero. “Te pido que no me pidas que deje de ser un hombre”, comenta cuando se sincera a su mujer y subraya su frustración al permanecer fuera del ‘ring’. En los entrenamientos enfocados al combate de la revancha con un Apollo herido en su orgullo, Balboa parece desconcentrado. El drama se agudiza a raíz de que Adrian entre en coma debido a las complicaciones en el parto. El dolor se suma al sentimiento de culpa, ya que la mujer había realizado esfuerzos excesivos al volver al mercado laboral. Su despertar con el niño en brazos y la palabra “gana” suponen su impulso definitivo para prepararse y derrotar a Creed en un épico combate.
A partir de la tercera parte (Stallone, 1982), la franquicia perdió fuerza de discurso aunque todavía atesoraba reflexiones pugilísticas aplicables a la realidad cotidiana. Con la canción ‘Eye of the tiger’, los detalles alusivos a la amistad con Creed y la rabia de Clubber Lang/Mr. T en el recuerdo del aficionado (mejor obviar el delirante duelo con Hulk Hogan), Rocky III expone que el personaje es ya un hombre de éxito al que homenajean en su ciudad. El descubrimiento de que para protegerle habían elegido a rivales que no complicaran su defensa del título provoca un impacto emocional que después se entrecruza con el dolor por la muerte de Mickey. Retirado del deporte tras perder por ‘k.o.’ contra Lang, Rocky encuentra una salida gracias al apoyo de Creed, quien fruto del respeto mutuo le anima a recuperar su esencia como boxeador. El regreso no resulta fácil, ya que como confiesa a su mujer, el miedo le atenaza por primera vez. Sin embargo, logra sobreponerse y triunfa en el combate de revancha. El filme finaliza con un mítico epílogo que remarca la complicidad con Apollo.
El fallecimiento de su antiguo adversario a manos del ruso Ivan Drago centra el conflicto dramático de Rocky IV (Stallone, 1985). La trama en torno al espíritu de superación (“pasar al siguiente asalto cuando crees que no puedes es lo que marca la diferencia en tu vida”, indica Balboa a su hijo) aparece supeditada al discurso patriótico estadounidense que tiene como consecuencia la caricaturización del enemigo soviético. El combate de la venganza por la muerte de Creed se desarrolla en un contexto hostil para realzar la amenaza. El hecho de que el público, incluido el líder del Kremlin, aplauda a Rocky cuando tras derrotar a Drago (Dolph Lundgren) aboga por la convivencia pacífica se enmarca en el cine beligerante de la Guerra Fría. Al margen del componente ideológico, el largometraje roza el ridículo en las escenas con el robot que ayuda a Paulie, el peculiar cuñado del protagonista, uno de los rostros secundarios de la saga.
El peso de los recuerdos se intensifica en Rocky V (John G. Avildsen, 1990), en la que el personaje se ha retirado por los daños cerebrales que le han ocasionado los golpes recibidos a lo largo de su carrera, si bien en un primer momento sopesa volver a ponerse los guantes debido a su quiebra económica. De vuelta al barrio, Balboa decide encargarse del viejo gimnasio de Mickey, donde entrena a Tommy, un chico con potencial. El exboxeador se ve reflejado en su pupilo y le otorga toda su confianza hasta el punto de que su objetivo de ayudarle a alcanzar el título le ciega y aleja de su familia. Sin embargo, la respuesta del prometedor púgil no es recíproca, de ahí que, en una escena alusiva a una etapa de cambios, el potro italiano vea el gran combate desde la televisión. Rocky reacciona a raíz de la traición del joven, tentado por un promotor de actitud vampírica en los negocios, y ambos se enfrentan en una pelea callejera en la que la ambición desmedida pierde ante la esencia del boxeo. El epílogo expone la reconciliación de Balboa con su hijo después de que obviara sus necesidades afectivas.
En una línea temática similar a la de su predecesora, aunque con mayor profundidad y un mejor desarrollo, Rocky Balboa (Stallone, 2006), incide en la añoranza del pasado. En el renacimiento de la saga, el protagonista entabla amistad con Marie, la niña a la que en 1976 le recomendó alejarse de las calles. Ella tiene un hijo, hecho que refleja del paso del tiempo, y ejerce de consejera como siempre lo hizo Adrian, fallecida años atrás. Rocky vive de los recuerdos de su época dorada mediante las anécdotas que relata a los clientes del restaurante italiano que a modo de homenaje lleva el nombre de su esposa. Siente que le falta algo y, a pesar de la oposición de su hijo, decide volver al ´ring’ por última vez, regreso que adquiere relevancia mediática cuando la actual estrella de la disciplina le propone un combate de exhibición.
Las implicaciones emocionales se concentran en una reveladora frase: “Lo importante no es pegar fuerte, sino aguantar los golpes y seguir adelante”, idea que define la trayectoria de Rocky. La fuerza simbólica de los últimos aplausos del público precede a una escena en la que visita la tumba de su mujer y le comenta que lo han logrado.
Creed (Ryan Coogler, 2015), película con espíritu de ‘spin off’, adquiere otra dimensión debido a que el protagonismo recae en el hijo de su amigo Apollo y Rocky (como antes lo fuera Mickey) representa la experiencia que guía a la nueva generación. Aunque tenga un perfil secundario, el subtítulo en español profetiza que la leyenda del icono continuará.
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